lunes, 19 de octubre de 2009

SAN MIGUEL DE VELASCO




Este pueblo nació como una colonia de San Rafael, donde se había acumulado demasiada población. Desde 1721 pasó a ser un pueblo independiente, siendo su fundador el P. Felipe Suárez. El Padre Provincial, en un memorial al rey escrito en 1753 ponderaba la Iglesia de San Miguel, que sobresalía entre las de los otros pueblos por su hermosura y riqueza. Y añadía, que habían trabajado en ella durante diez años entre ochenta y cien indios. La reducción jesuítica, fundada en 1721, reunía varias tribus indígenas y fue una de las más prosperas. En el pueblo actual, una gradería eleva el conjunto misional, construido en 1760, sobre el nivel de la plaza, y destaca visualmente la fachada de la iglesia. A la izquierda, el campanario asume una posición predominante, con el aspecto de torre maciza que simboliza el control jerárquico sobre la misión, como atestigua su ubicación en eje con la puerta de la casa del sacerdote ubicada al fondo del patio del colegio.
En la fachada de la iglesia, las imágenes pintadas de San Pedro y San Pablo están rodeadas por una exuberante decoración vegetal, que se extiende también a la pared del patio y al interior del templo. Al fondo de la nave central destaca el tallado dorado del retablo mayor, particularmente elaborado y complejo, con elegantes columnas salomónicas y un templete en posición avanzada que resalta el dinamismo de la estatua de San Miguel. En los otros nichos del retablo, se distinguen, partiendo desde abajo a la izquierda, San Pedro, San Pablo, San Rafael, la Virgen, en posición central, y San Gabriel. El techo del presbiterio es decorado con motivos geométricos y con una gran Corazón de Jesús rodeado por ángeles. Las paredes del presbiterio están cubiertas de pinturas murales con imágenes de santos y motivos vegetales. Del arco al fondo del lado izquierdo se pasa a la sacristía, con techo de madera pintado con un rompimiento de gloria rodeado por querubines. Aquí se conserva un mueble para guardar las vestiduras litúrgicas que, con su elaborado tallado de formas geométricas y vegetales, constituye el ejemplar más importante de todas las iglesias misionales. Angelitos orantes se alinean sobre peanas en correspondencia de las pilastras del presbiterio y de las naves laterales. Los dos candelabros pascuales, ubicados en el presbiterio, resultan imponentes por su dimensión, que dobla la estatura de un hombre, y por la extraordinaria calidad de su labrado. Delante del presbiterio está una estatua del Cristo a la columna. En los retablos laterales del Calvario, a la izquierda, y de la Inmaculada, a la derecha, destaca la articulación arquitectónica, con basamento, columnas laterales y frontón que enmarcan las hornacinas ovaladas que acogen las imágenes. El púlpito, que ha mantenido su posición inicial, apoyado a la penúltima columna de la nave izquierda, sobresale por su magnificencia. Atribuido a Martín Schmid, es policromado con rojo y pan de oro, y decorado en la columna de sostén de la cazoleta con dos sirenas que miran en sentido opuesto, al igual que en San Rafael (ver abajo). El elaborado tornavoz es coronado con un sol. Completan la decoración escultórica de la iglesia una estatua de San Miguel, apoyada a una columna de la nave derecha, y los confesionarios. A San Miguel se ingresa directamente por lo que sería la avenida principal y puede empezar a ver algunas casas que responden a una arquitectura de galería, tradicionales en el Oriente boliviano, pues el clima caluroso obliga a que las casas tengan la galería para que refresque la vivienda. Luego hay casitas que no tienen la galería, lo que denota la descaracterización ocurrida por las migraciones e influencias de otras culturas. En seguida se encontrará con una escuela y después aparecerán los talleres artesanales. A dos cuadras de la plaza principal empieza usted a observar el pueblo misional. Una cuadra antes de llegar a la plaza principal encontrará transversalmente la manzana más larga que coincide con el plano original de la misión. En San Miguel hasta la década del 70 todavía existían las casa paralelas que paulatinamente fueron eliminadas mediante ordenanzas municipales dictadas por los “planes reguladores modernos”. La iglesia de San Miguel tiene toda la pintura original, en el centro de la fachada, pero fue renovada porque todos los dinteles fueron destruidos; en la punilla las dos paredes laterales son nuevas, no existían más. En la fachada puede observar que sobre los arcos de la punilla hay dos sirenas que fueron colocadas como elementos para sostener la viga. Se optó por estas sirenas porque fueron reunidas de la iglesia de San Ignacio que fue destruida. El retablo mayor de San Miguel y los dos laterales son ahora las más importantes obras escultóricas de Chiquitos con una riqueza enorme, de un detalle bien elaborado. Algo importante de la iglesia de San Miguel -y esto se repite en las otras iglesias- es que el púlpito está totalmente rodeado de bancos. Este es un detalle importante para seguir comprendiendo la sociología de los pueblos misionales jesuíticos. Veamos por qué. Estas iglesias no fueron concebidas para tener bancos, pues en aquel tiempo tanto las mujeres como los hombres se sentaban en el suelo o sobre paño, almohadón o cosa parecida, como una estera. Los únicos asientos que existían eran los colocados transversalmente en los dos costados de la iglesia, que utilizaba el Cabildo Indígena. Los confesionarios ahora son completamente pintados. Para evocar el pasado puede mirar el confesionario del padre Mesner donde se registran las fechas del nacimiento y muerte. De cerca se puede ver que en el friso horizontal hay mucho oro original y a partir de aquí se realiza la integración de los colores. Durante la restauración no alcanzó el dinero para restaurarlo totalmente con oro, pero se puede ver como era la pintura original. Los nombres que figuran en el confesionario son colocados por los restauradores y tienen su relación con los fundadores de los pueblos y los más importantes padres que estaban trabajando en esta iglesia como Juan Mesner, considerado ayudante en la historia del padre Schmid como musicólogo, pero evidentemente un artista de gran cualidad. El otro es el fundador del pueblo Fernando Campos y Felipe Suárez. Continuamos mirando esta iglesia. Las paredes, que tienen ahora el Via Crucis, eran vacías en el tiempo de la misión, pero tenían cuadros en lienzos, éstos se perdieron, los que se ven ahora son pintados por quienes restauraron la iglesia (gente del pueblo). El púlpito es la escultura de este tipo, más importante en Chiquitos, tiene abajo sirenas, hasta ahora nadie puede interpretar claramente porqué estas figuran principalmente en los púlpitos de San Rafael y San Miguel. Otra cosa interesante es que encima del tornavoz hay un sol y es el único de este tipo aquí y puede ser que tenga relación con la famosa historia que cuenta el viajero francés D’ Orbigny, sobre el gobernador -alrededor de 1780- que quería convertir el pueblo de San Miguel a la adoración del sol. Algo tradicional que se encuentra debajo del tornavoz, es la paloma del Espíritu Santo. En todos los altares tienen arriba el símbolo de las nubes con ángeles, el sol y JHS que es la inscripción de Jesús y es usado entre los franciscanos y los jesuitas como símbolo o lema de la orden. La nube simboliza el éxodo de los israelitas en su camino por el desierto guiando al pueblo hacia la tierra prometida. Arriba hay que ver los símbolos en casi todos los altares de un lado la luna y al otro lado el sol, especialmente en los retablos mayores. La vida de los indígenas es bien conectada con la luna hasta hoy, pues es importante para la cosecha, la siembra, para cortar la madera, etc. La iglesia de San Miguel estaba en muy mal estado porque toda la madera era deficiente dadas sus dimensiones y era necesario cambiar toda la estructura del techo por madera mas gruesa, razón por la que hoy en día hay detalles algo diferentes al original. Por ejemplo en el presbiterio, los dos muros laterales cayeron, quedaron sólo las pilastras (la primera y la segunda al lado de la sacristía), con sus pinturas originales, todo el resto del presbiterio fue reconstruido íntegramente.

Si usted aprecia la plaza de San Miguel, tiene la cruz misional y el eje que va a Betania sale desde la puerta del párroco, atraviesa por debajo del campanario y es el único con estas características. Un detalle misional relevante es la existencia de la Betania, una pequeña casita que simboliza el pueblo de donde salió Jesús para ingresar a Jerusalén el Domingo de Ramos, pocos días antes de su crucifixión. A mano derecha no hay una edificación continúa como existe en otros pueblos sino una pequeña casita en la esquina, que tiene una escala diferente a la casa colindante, luego se ve un espacio que esta cerrado con una barda, viene otra casa a continuación, son evidencias justamente del lugar por donde atravesaban las dos calles en el periodo misional. Por el lado izquierdo hay una calle que está abierta y una casa a medio construir que evidencian también el paso de otra calle en el periodo misional. En el lado del frente existe como ya fue descrito la calle que lleva a Betania y en las dos esquinas posteriores a la plaza, en la izquierda hoy funciona el Kinder, (la guardería de niños del pueblo), por aquí sale el camino hacia San José y en este sector al igual que en la parte posterior de la iglesia usted encontrará las casas o cuarteles originales de la misión y la estructura que mas bien se mantiene, se encuentra en las calles que están por detrás de la iglesia y no en toda la parte que se encuentra al frente, sin embargo si usted atraviesa la plaza principal y va hacia Betania, en toda la región del entorno de este recinto, allí encontrará algunas calles con casas en filas paralelas.

El espacio de la plaza en San Miguel mantiene una pendiente pronunciada en el cuadrante de la derecha, y como ya fue descrito si usted quiere apreciar en todo su esplendor la iglesia de San Miguel tendrá que observarla muy temprano porque entonces encontrará la fachada a pleno sol, ya que está orientada hacia el naciente. A la plaza de San Miguel se le ha construido un kiosco que está en el cuadrante derecho con relación a la iglesia. Una cuadra atrás se encuentra el colegio San Pablo, aquí funcionan los talleres de artesanías que fueron montados en ocasión de la restauración y son dirigidos por religiosas. Estos talleres se destacan porque son los que más producen en la región. Algo que es muy importante de destacar en San Miguel es el hecho de que muy a pesar de su des-caracterización es el pueblo que tiene la mayor cantidad de habitantes indígenas entre sus pobladores. Cuando usted sale del pueblo regresando por el camino a San Rafael tiene una hondonada y a mano derecha se encuentra la represa de agua que abastece al pueblo hoy en día, es de reciente construcción por la Corporación Regional de Desarrollo, constituye hoy el lugar donde vienen las lavanderas, viene la gente a bañarse o en periodo de verano es el gran paseo. Pasando la laguna usted puede observar hacia atrás la vista del pueblo, es probablemente una de las mejores vistas que se tenga de San Miguel desde afuera.

Desde San Miguel hay un camino que atravesando el lomerío desemboca en San Ramón, pero no es aconsejable este camino, porque no es transitable todo el año; además, implica riesgo de primera para los más aventureros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario