martes, 20 de octubre de 2009

SANTA ANA DE VELASCO

SANTA ANA DE VELASCO




Fue una de las últimas misiones chiquitanas, al ser fundada en 1755, sólo doce años antes de la expulsión de los Jesuitas. Cuando los JESUITAS se fueron, la iglesia no había sido todavía construida, pero la población indígena la levantó utilizando los materiales ya fabricados bajo la atenta supervisión de los sacerdotes. El resultado es una iglesia de aire campestre, de dimensiones reducidas en comparación a las demás, rodeada por las casas sencillas de una pequeña aldea, donde el cargo de custodio del templo es un honor que, como en la época jesuítica, se pasa de padre a hijo. Recientemente restaurada, la iglesia presenta la estructura maderera tradicional, diferenciándose por las tres entradas en la fachada. Las escaleras laterales, y la balconada en la parte superior del frontis, permiten el acceso al coro. En el interior (si la iglesia se encuentra cerrada, dirigirse al señor Luis Rocha, a una cuadra de la plaza del lado este), las columnas y los capiteles son más simples y menos monumentales que en las otras iglesias misionales, mientras que la mezcla de mica y caolín de las paredes favorece el reflejo de la luz. Los muro laterales presentan una franja decorativa y restos de frescos. En la nave izquierda se encuentra una estatua del Cristo atado a la columna, un confesionario y un rústico altar con la imagen de Santa Ana. El púlpito, sin tornavoz, está apoyado a una columna y presenta una decoración con estrías helicoidales en la columna de apoyo, mientras que querubines tallados aparentan sostener la cazoleta. En los arcos del retablo mayor, flanqueados por columnas salomónica, se disponen las estatuas de San Miguel, en la hornacina superior, y, en el recuadro central, las de Santa Ana con la Virgen. A los lados, se reconocen las imágenes de San José, a la izquierda, y de San Joaquín, a la derecha, a las cuales corresponden, en la parte de abajo, respectivamente, San Antonio y San Ignacio. Alrededor del ostensorio, pequeños espejos con función decorativa recuerdan la análoga tradición de la zona andina. Los retablos laterales, con una profusa decoración vegetal plateada, presentan un coronamiento semicircular contenido en un tímpano triangular. En los ambientes a lado del presbiterio se conservan las estatuas utilizadas para la procesión de la Semana Santa: a la izquierda está el Cristo Muerto y a la derecha La Dolorosa. Saliendo hacia el lado derecho se sube la escalera que lleva al coro, donde se conserva un órgano de época jesuítica, restaurado en el 2000. Aquí fueron encontrados también otros instrumentos antiguos, entre los cuales una arpa diatónica, de más de 1.60 m, que, junto a los que se hallaron en San Rafael y San Miguel, documentan la producción de instrumentos musicales en las misiones jesuíticas.

La plaza de Santa Ana es muy amplia, conserva todo su verde, la cruz al centro y las casitas enfiladas con los techos de motacú. Una característica que llama la atención es la gran cantidad de niños que existe en estos pueblos. Tiene todas las características de un pueblo misional original. Pero empaña la imagen, la colocación de una torre de comunicaciones a un lado de la Betania, de este pueblo muy valioso por sus condiciones, debe estudiarse la posibilidad de relocalizarla fuera del pueblo. Lucho, encargado de cuidar la iglesia, que no tiene un párroco permanente, nos recibió tocando el violín, nos abrió el corazón y la mente para imaginar los bellos cánticos que interpretaban los coristas en las misiones. Aún perdura esta costumbre en muchos lugares, como en el caso de Santa Ana. La restauración de Santa Ana es la primera .a ser ejecutada, después de la nominación por la UNESCO como monumento de la humanidad y la primera que recibe ayuda oficial internacional de Estado, y obliga al Gobierno de Bolivia mediante el Municipio de San Ignacio a contribuir por primera vez en las restauraciones de Chiquitos. La iglesia Católica sigue contribuyendo a la restauración del templo, pero como el Monumento de la Humanidad declarado por la UNESCO implica no solamente el conjunto religioso sino todo el pueblo, en este caso la arquitectura civil está siendo restaurada y este hecho es el primero en su género para Chiquitos. (Participaron docentes y estudiantes de la Universidad Católica Boliviana). La peculiaridad de Santa Ana, se muestra en la preocupación comunal de los indígenas en renovar periódicamente la iglesia. De esta manera existen alrededor de la misma, más de cien dataciones inscritas en vigas y columnas que son testigos de estas intervenciones del pasado y vestigios del mantenimiento popular, son parte de la historia del edificio y la restauración tiene que respetar y conservar. No se trata de borrar la expresión histórica e intentar regresar a un estado inicial del periodo misional, más bien la superposición de diferentes colores, las columnas toscas de artesanos del pasado, son parte integral del edificio y de su expresión; sin embargo, no hacer un trabajo de mantenimiento en la estructura del edificio lo dejaría en riesgo de perder.
Por otro lado, el pueblo de Santa Ana es el más abandonado y atrasado de los 6 pueblos declarados Monumentos de la Humanidad, quizás por estas razones ha mantenido más que cualquier otro, su “carácter misional” en las habitaciones. El trazado urbano adoptado en el periodo misional dejó huellas profundas en Santa Ana a tal punto que hasta el día de hoy, nos encontramos con grupos de viviendas en hileras o cuarteles construidas de tabique, que consiste en una estructura de palos y un entramado de cañas rellenada con barro, con cubiertas con paja (Sujo), un pequeño corredor a ambos lados protege las paredes y los ingresos usando una puerta hacia la calle y otra al patio interno, las dos alineadas una frente a la otra, normalmente no tienen ventana y cuando eso ocurre, son de pequeñas dimensiones. El equipamiento es escaso, normalmente usan la hamaca para dormir, el ambiente es limpio y todos los utensilios están apegados a las paredes obedeciendo un determinado orden. La restauración intenta salvar al máximo estas casas de paja como parte del Monumento declarado y como expresión humana del pasado, reflejo de una cultura y manera de vivir vigente, pero la restauración está buscando una solución de casas mejoradas en las hileras paralelas a las existentes relacionadas con éstas como ocurría en el urbanismo misional original.

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